viernes, 7 de marzo de 2008

Cristina, 24 años, estudiente de medicina

Mi experiencia me ha ayudado a darme cuenta de que una nunca puede juzgar las decisiones de las otras u otros, sobre todo porque cada situación implica una serie de condicionamientos y de contradicciones donde solo quien pasa sabe lo que es mejor. Yo soy Cristina y he tenido dos abortos en mi vida, los dos han sido voluntarios. Compartir mi historia con otras mujeres es la única manera que nos permite dejar de sentir culpa.

Cuando me practiqué mi primer aborto tenía 20 años, vivía sola en Quito. A donde había llegado por mis estudios. Tenía un novio con el que había iniciado en mi vida sexual. Los dos estudiamos medicina, así que nuestro primer aborto no fue una cosa muy complicada. Pudimos acceder a los medicamentos por medio de certificados de la universidad y fingir un aborto espontáneo. De esta manera conseguimos que me atendieran en un hospital para una limpieza del útero.

Después de esto sentí un poco de culpa; una culpa que se veía contrastada con mis conocimientos médicos y mis deseos de no ser madre aún. Sin embargo me sentía mal cuando escuchaba debates sobre el aborto, en la tele, o leía cosas sobre el tema, que lo condenaban muy fuertemente. También me volví un poco retrógrada porque comencé a condenar el aborto, y a quienes lo practicaban abiertamente, creo que todo esto respondía a mi deseo de protegerme de ser descubierta.

Después de mi primer aborto, comencé a cuidarme con píldoras anticonceptivas, porque me di cuenta de que el condón no era un método seguro. Para mi sorpresa, a los 22 volví a embarazarme. En esa época estaba ya en 4to año de la universidad, me faltaban 2 años más la especialización… no sabía qué hacer.

Así que decidí volverme a hacer un aborto. Después de esto me deprimí mucho, no comprendía mis propias decisiones, cómo podía realizar un acto que condenaba y, lo peor, cómo podía repetir el error que consideraba era el más grande de mi vida. En mi cabeza no encontraba una explicación coherente, solo sabía que no quería ser madre, que no quería dejarlo todo por un error. Poco a poco con el tiempo fui comprendiendo que el aborto es una opción cuando las mujeres no deseamos tener hijos, y creo que no está mal porque sería peor tener hijos que te frustren o que no quieres.

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